Los análisis recientes de las amenazas de ChatGPT se enfocan principalmente en el peligro de plagiar las tareas escolares y el temor a los robots enamorados (cortesía del The New York Times). Sin embargo este análisis nos deja pasar por alto el verdadero riesgo de IA generativa al cual nos enfrentamos no sólo los individuos, sino como sociedad: la posible pérdida de hasta cientos de millones de empleos por la automatización de tareas.
En 1992, las operadoras de AT&T se movilizaron en protestas donde reclamaban la pérdida de su empleo como interfaz de conexión entre llamadas. Unos meses antes de estas protestas, se tiene video de las operadoras negando la posibilidad de reemplazo, incluso riéndose de la idea de que fuera posible que una máquina hiciera su trabajo (minuto 1:30). Dicen que sería imposible reemplazar "la calidez humana". Ese mismo mes se implementó en producción la tecnología comercial para conectar llamadas de manera directa, se perdieron 70mil trabajos tan sólo en Estados Unidos. Todo en un mes.
Ejemplos como el anterior hay miles en la historia del humano: en Inglaterra los ludditas destruían máquinas textiles que hacían tareas similares a las suyas, los operadores de elevadores se erradicaron así como cientos de profesiones que desde la primera revolución industrial han sido reemplazadas por tecnología. ¿Qué podemos esperar ahora?
Desde la creación de máquinas de vapor, la automatización había afectado en su mayoría a los empleos con trabajos que requerían esfuerzo y mano de obra. En cambio, con los nuevos modelos de Inteligencia Artificial la ola de cambio llega a las oficinas: la explotación, tratamiento y análisis de todo tipo de información ahora es automatizable. Todas aquellas personas cuyo trabajo es ser una interfaz de comunicación tienen en riesgo su empleo. Todo intermediario que esté entre el origen y el destino de información será reemplazable, incluso si esa información se transforma y analiza en el camino. Nuevamente hay amenaza a los trabajos que funcionan, como las operadoras, a manera de interfaz de comunicación.
Pensemos, por ejemplo, en un periodista que tiene que reportar la mañanera. Con IA es posible pasar audio a texto, transcribiendo todo el diálogo en vivo. ChatGPT puede escribir una nota periodística con base en estas notas añadiendo el análisis de cientos de miles de las noticias anteriores. Incluso podrías sumarle software de reconocimiento de imagen y comentar algo sobre la apariencia del presidente esa mañana. ¡Voilá!, lograste hacer una nota periodística minutos después de que acabara la mañanera y sin ningún humano de por medio. La carrera periodística sería la competencia entre el mejor algoritmo de redacción.
Desde hace más de cinco años, las especulaciones de pérdidas de empleo por automatización en la siguiente década van desde los 25 millones por el Banco Mundial hasta 800 millones de empleos perdidos reportados por McKinsey en 2017 (antes de la pandemia y antes del lanzamiento de CHatGPT). Claro, la IA generativa no es el origen de toda la automatización, pero suma a una categoría de empleos que antes no se veían amenazados, los trabajos "White-collar", los oficinistas, analistas, investigadores y desarrolladores se suman a la lista de personas cuyos trabajos se ven modificados y, quizás, reemplazados. Un estudio de Oxford calcula que el 47% de los puestos de trabajo estadounidenses podrían estar en peligro. Sin embargo, también se necesitarán empleos nuevos.
Es claro que aún no llegamos a los modelos donde la IA se modela y aplica de manera independiente y por supuesto que se crearán muchos más empleos.He aquí un dato interesante: la economía mundial necesitará crear seiscientos millones de nuevos puestos de trabajo de aquí a 2030 para cumplir los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. Para eso faltan menos de siete años. El mundo necesita algo más que nuevas empresas y nuevos empleos: va a necesitar industrias completamente nuevas. Será mejor que esas industrias generen tanto empresas de nueva creación como de nueva escala. Será mucho más fácil añadir seiscientos millones de nuevos empleos en todo el mundo creando sesenta mil nuevas empresas de diez mil personas que sesenta millones de nuevas empresas de diez personas.
Sin embargo, la creación de empresas y empleos nuevos no es una solución sencilla y lineal por dos motivos. El primero es que los trabajos que serán creados tendrán como requisitos un nivel educativo que los empleados reemplazados no tendrán. Es decir, la demanda de educación superior, en su mayoría de ingeniería y sistemas, no será cubierta por las personas oficinistas desplazadas, por lo menos no sin una capacitación de por medio. Por otro lado, el boom publicitario de las nuevas herramientas de IA ha eclipsado la importancia de los correspondientes modelos de negocio que impulsarán su éxito. Las llamativas demostraciones de sus capacidades carecen de modelos de negocio claros, pero han impulsado inversiones y adquisiciones masivas, pero estos sistemas son costosos y los accionistas se impacientan. La era de las cuentas gratuitas de Dall-e y ChatGPT llegará inevitablemente a su fin, y las empresas se centrarán en monetizar esta tecnología más que en la creación de nuevos oficios, encontrar las maneras de recortar costos será el mayor valor agregado para una inversión en IA.
Con todo lo anterior, no busco decir que es necesario frenar y prohibir el avance de IA para evitar la pérdida de empleos; como entusiasta de la tecnología me atrevo a decir que sería un error para el desarrollo científico y como investigadora entusiastsa de tecnología me atrevo a decir que eso sería imposible. Sino que es preciso entender que el mundo está por pasar un cambio de los grandes y es necesario, como individuos y como sociedad, repensar desde sus cimientos la idea de trabajo, educación, escolarización, universidades e ingresos, incluso pensar en alternativas como un Ingreso Universal y otras ideas de revolución laboral que nos harán más llevaderos los cambios que nos aguarda el horizonte de la IA.
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